¿Y si le compramos tambien una funda de cuero? ¡Como a los móviles!

"Abandonémonos al descontrol del paracaídas cerrado y la anilla temblando entre los dedos. Ignoremos las distancias. Vaciémonos de esperanzas y de miedos. Hoy me como el mundo porque quiero, porque puedo, porque aunque nos hayan vendido el cuento de que “querer es poder”, no es cierto, pero intentarlo es de valientes... De insensatos está repleto el juego y yo quiero jugar a vencer, o a perder, ya ves, no me va la vida en ello. Simulo espectáculos con la punta de los pies, bailo en sueños, recorro lentamente la soledad de mi cuerpo, subo, bajo, giro, salto y aquí me tengo de nuevo, frente a un espejo que habla, porque mis labios han aprendido a dibujar palabras en silencio. Me distraigo entre la vida y la muerte, me confunden las señales, el saberse o no saberse, el sentirse o no sentirse, el tratar de conocerse o alejarse, el eterno quiero y no quiero.
Soy humana -pienso- y como tal, me muerdo las uñas si sales corriendo. Desconozco el dictamen, la casilla de salida, el comodín o la ventaja del que sabe que ya está todo hecho. Me calumnian mis sentidos, me difaman, me traicionan entre ruegos, soy verdugo de mis miedos e inventora de lamentos. ¿Hay aquí alguien que lo entienda? Hoy no toca salir a jugar al recreo, las cartas gritan ausencia y el tiempo de dudas y preguntas ya ha muerto. Me deslizo entre imágenes, me consumo, fluyo, desaparezco. Somos solamente un recuerdo. Hoy elijo este instante y ya mañana, si eso, empiezo de nuevo..."

Hoy he ido al instituto hora y media más tarde. Me he dormido. Si, definitivamente lo asumo, tengo un problema con la puntualidad. O la puntualidad tiene un problema conmigo…Sí, quizás sea eso. No soy yo la que va despacio, es el tiempo que va demasiado rápido. De verdad, pensarlo. Todo el día con prisas, con estrés… Con el tiempo justo. Y es una tontería porque no hay cosa que sobre más que los segundos, los días, y las horas. Tenemos para regalar. Para robar, y para que nos roben. Siempre tendremos más. Y más. Y a la vez menos, pero eso, eso es otra cosa. Volviendo al tema. Creo que deberíamos tomárnoslo todo con más calma. Salir a la calle sin pensar que tenemos “x” horas antes de volver a casa. Sin horarios. Un día comer a las 12 porque no tienes nada mejor que hacer que la digestión, y al siguiente hacerlo a las 6, porque estas en el parque tranquilamente hablando de cómo solucionar el mundo (o tu vida, si eres más modesta) y de lo último que te acuerdas es de añadir nutrientes a tu organismo. Que estáis muy bien tú, y tu posición horizontal. Y qué demonios, si tú estas bien sin hacer nada, ¿por qué moverse para hacer algo que tiene horarios establecidos al “tuntún”?. Me parece estúpido de veras. A mí me encantaría establecer como norma que  cuando se salga a la calle con un amigo no se sepa con seguridad a qué hora se va a volver. Volver cuando nos apetezca. Cuando creamos que ya no tenemos nada más que saber de esa persona. –Bueno,  ¡hasta otro día! Llámeme cuando te haya salido otro lunar más. ¿No os parece genial salir de casa pensando en dejar pasar las horas a su tiempo? Horas de dos segundos, y segundos que duran horas. La verdad, yo no sé si hablo por mí sola o alguien mas coincide conmigo. Hay personas con las que estaría días sin cansarme y personas con las que los segundos se me hacen eternos. Bueno, como no sé si tengo razón o no… Si alguien sabe de algún sitio, en el que hagan terapia para conseguir ser más puntual, que se pronuncie. Con antelación de un par días, no me gustaría llegar tarde.

-          Hola, me llamo Sara. Perdonar el retraso.

-          Tranquila mujer, cada una, es como es. Saludad a Sara.

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